Primeras Arqueólogas Profesionales

del Ecuador en Norteamérica:

María Nieves Zedeño

Profesora, Universidad de Arizona, USA

María Nieves Zedeño se graduó en la Escuela Politécnica del Litoral en 1985, convirtiéndose en la primera mujer profesional en arqueología del Ecuador. Obtuvo un doctorado en Southern Methodist University en 1991. Desde 1994 ha trabajado como investigadora y profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Arizona.  Se especializó en arqueología norteamericana integrando temas arqueológicos, etnohistóricos y etnográficos enfatizando el comportamiento humano y la teoría social como marcos referenciales que permiten el entendimiento de eventos socio-culturales contemporáneos y del pasado – particularmente de sociedades cazadoras recolectoras, área tradicionalmente dominada por arqueólogos. 

 

Sus proyectos académicos están enmarcados dentro de los requerimientos legales y éticos que favorecen a la preservación cultural; así como al planteamiento de mejores modelos para resolver los retos y preocupaciones sociales y culturales de las tribus o sociedades Nativas Norteamericanas. Nieves Zedeño ha dedicado su vida académica y profesional a entender la historia del uso del paisaje junto a la identidad de las comunidades originarias y la cohesión social a las que estas sociedades están sujetas.

Nieves Zedeño con los arqueólogos de las planicies, Dick Krauss, Ray Wood, y Cal Calabrase (de izquierda a derecha), Conferencia de las Planicies Norteamericanas, 2015.

En los últimos años, esta arqueóloga ecuatoriana ha incluido visiones y perspectivas no occidentales y menos convencionales que están asociadas a cosmovisiones indígenas. Esta entrevista realizada a Nieves Zedeño, narra su vida como estudiante de arqueología y la trayectoria de su carrera profesional, así como los retos y dificultades que tuvo que superar para llegar a tener el reconocimiento de su esfuerzo y dedicación.

“Mi nombre es María Nieves Zedeño, me conocen como Nieves, nací en Pasto por accidente y fui criada en Quito. Obtuve mi título universitario en la Escuela Superior Politécnica del Litoral en el año 1985. Mi interés por la arqueología surge desde pequeña. Mi familia eran grandes aficionados de la historia y la cultura mundial. Mi padrastro me compró 33 libros de aventuras escritos por el italiano Emilio Salgari, los cuales contenían muchos elementos arqueológicos. Mi madre era poeta y me incentivó a seguir ciencias sociales en el colegio. Por tradición familiar, yo tuve que haber sido ingeniera. Pero, desde la secundaria sabía que quería ser arqueóloga. No había la carrera de Arqueología en el país, sólo existía el programa de Historia dirigido por el padre Pedro Porras en el departamento de Pedagogía de la PUCE. Después de cursar el primer semestre en este programa, decidí irme a Lima (Perú) a intentar inscribirme en el programa de arqueología de la universidad de San Marcos. A las pocas semanas, me llamaron desde Quito a decirme que se abría una escuela de arqueología en Guayaquil. Retorné al país y decidí irme a Guayaquil.”

Nieves comenta que tuvo que tomar decisiones poco convencionales en los 70s y 80s para perseguir su inmensa aspiración de ser arqueóloga: emigrar desde la ciudad de Quito a Guayaquil, salir del seno familiar, alquilar una pequeña habitación para vivir, e ingresar a una universidad en donde la mayoría de los profesores y el cuerpo estudiantil estaban representados por hombres. Tras haber formado su hogar a los 19 años, su familia política, bastante tradicional, estaban convencidos de que ella abandonaría su carrera para dedicarse a ser una ama de casa. Sin embargo, Nieves tenía sus propios planes:

“Eso no era lo mío, yo tenía una firme ambición de ser arqueóloga profesional. Mi matrimonio terminó después de 3 años, faltándome aún dos años para terminar mi carrera.”

Nieves Zedeño en Nabta Playa (Sahara occidental), 1990

Nieves decidió vivir sola en un departamento dentro de un edificio deshabitado ubicado en el Malecón de Guayaquil, cerca del antiguo campus universitario. Según ella, las mujeres de su generación usualmente eran educadas para vivir con los padres hasta contraer matrimonio, momento en el que se iban del hogar. No obstante, ella siente que esta experiencia difícil, la volvió emocionalmente independiente, lo que la ayudó a sobrellevar un contexto educativo y profesional mayoritariamente masculino. 

 

Nieves relata:

“En la universidad, solo el 30% del cuerpo estudiantil eran mujeres. De ese número, la mayoría estudiaba computación para trabajar en bancos u otras compañías como secretarias. Un número muy reducido eran ingenieras, siendo las científicas muy escasas para la época. Teníamos una clase de geología en donde el profesor nos llamaba señores, porque no quería admitir que en su clase había mujeres. Y estos profesores nos decían: de las 10 mujeres que hay aquí tal vez una se gradúe. Ellos pensaban que nosotras las mujeres habíamos invadido una universidad dominada por hombres; éramos un inconveniente para ellos puesto que tenían que respetar el espacio femenino instaurado.

A pesar de no regresar al Ecuador, Nieves reconoce las oportunidades que tuvo en la ESPOL. Por ejemplo, el programa académico arqueológico incluía un entrenamiento de campo excelente que la preparó para alcanzar el éxito en los Estados Unidos. Asimismo, las becas de estudio en el extranjero con la posibilidad de regresar al país e ingresar al cuerpo docente de la universidad eran grandes incentivos para los profesionales emergentes.

“Yo salí a estudiar al extranjero con una beca de la ESPOL. Mi intención original era la de regresar a trabajar en la universidad, pero me encontré con una situación aterradora. Los salarios eran demasiado bajos y no me alcanzaba para vivir en la ciudad. Esperé un contrato de trabajo por meses. Conversé con las autoridades de la ESPOL sobre mi contrato laboral, pero no obtuve respuestas satisfactorias. Hice un viaje, autorizado por el vicerrector, hacia los Estados Unidos para buscar textos académicos y otros recursos para la escuela de arqueología. Sin embargo, no regresé ya que sin un contrato laboral permanente (yo) sabía que como mujer sola no hubiera podido mantenerme económicamente en la ciudad de Guayaquil. Tuve que devolver el dinero de la beca con un alto interés compuesto, pero valió la pena ya que la vida académica que desarrollé en los Estados Unidos no tiene precio.”

El inicio de su carrera profesional en los Estados Unidos no fue fácil debido a su condición de migrante y por ser mujer. Los trabajos para ella estaban limitados debido a su dependencia de terceros. Además, añade que sus contrapartes mal entendían su comportamiento, muy relacionado con estereotipos sobre la exoticidad de las mujeres latinoamericanas:

“Yo era foránea, no era parte de ellos, mi comportamiento era mal entendido y representaba un peligro.”

Debido a estas circunstancias, Nieves adoptó, al principio de su carrera profesional, un vestuario tradicional que incluía pantalones largos y saco. Para ella- esto era una imposición, una carga obligada, una falsa imagen asumida para ser tomada en serio por sus contrapartes. Nieves comenta sobre el momento exacto en que decidió liberarse de esa imagen y empoderarse como mujer latina en un mundo anglo:

“Estaba dando una conferencia con un traje de saco y pantalón. Al final de mi presentación, una colega se me acercó y me dijo que ese traje de 3 piezas te hace ver muy frágil. Allí decidí que mi imagen debe de reflejar quien soy yo: femenina y colorida. Y que no es necesario vestir como hombre para competir con ellos. El poder de la mujer está en la apariencia, en la imagen, en el uso del lenguaje. Esto es algo que yo pienso lo hemos ganado en estos últimos 20 años.”

Nieves es poseedora de un récord académico extraordinario. Es autora de innumerables artículos publicados en revistas científicas especializadas, capítulos en varios libros, y ha co-editado algunos libros con otros investigadores. Su espíritu independiente la impulsó a tomar riesgos y dirigir varios proyectos con fondos estatales y federales en los Estados Unidos. Ella considera que las mujeres tienen que tomar riesgos a nivel profesional, pero enfatiza que no es una tarea fácil.

“El inconveniente para una minoría -mujeres jóvenes investigadoras, latinas, madres, etc.-es que no tienen las mismas asesorías que los hombres, a pesar que tienen las mismas capacidades. Pienso, que las mujeres intelectuales y/o científicas no toman los mismos riesgos que los hombres, por esta falta de asesoría. Durante la pandemia del Covid 19 fue mucho más difícil para las mujeres. Hubo una disparidad en la producción académica. Según estadísticas, durante el 2020 los artículos remitidos para publicación fueron en su mayoría de hombres. Las mujeres disminuyeron su producción académica en un 50%, ya que ellas tuvieron que dedicarse por más tiempo a las actividades del hogar.”

Nieves Zedeño y Dale Fenner (arqueólogo de la nación Blackfeet), Proyecto Arqueológico Kutoyis, Two Medicine River, 2019.

Nieves ha trabajado y cooperado con otras mujeres. El 75% de sus estudiantes han sido mujeres. Sus estudiantes, tanto de maestría como de doctorado, han conseguido empleos en la academia y en otros sectores. Comenta que, en el departamento de antropología de la Universidad de Arizona, donde ella imparte su conocimiento, están ingresando proporcionalmente más mujeres que hombres,

“…esto es positivo porque va ayudar a cambiar el medio ambiente tóxico de sexismo que ha existido en la arqueología por décadas. En los últimos 5 años, se han creado y desarrollado nuevos códigos de ética para tratar de crear un equilibrio entre hombres y mujeres dentro de la profesión. La división del trabajo tradicional, en donde las mujeres iban al laboratorio y no podían participar en excavaciones, no existe en mi departamento. Pero todavía existe en otras áreas académicas de los Estados Unidos. Lo que significa, que las mujeres seguirán luchando hasta alcanzar una igualdad laboral.”

Considera que las generaciones jóvenes de estudiantes tienen que saber escoger un docente que los asesore de forma adecuada. Aconseja ser siempre proactivos, disciplinados, y empezar a publicar antes de graduarse. Según ella, es vital que todo profesional joven sepa gestionar una planificación profesional y de carrera.

Con sus estudiantes mujeres y hoy colegas. De izquierda a derecha, Wendi Murray (profesora, Universidad de Wesleyan, Nueva Zelandia), Nieves Zedeño (profesora, Universidad de Arizona), Evelyn Pickering (estudiante, Universidad de Arizona), Daniella Soza (estudiante, Universidad de Arizona), Brandi Bethke (consultora, Oklahoma Archaeological Survey), Kacy Hollenback (profesora, Southern Methodist University).

Para finalizar, la investigación realizada por Nieves ha contribuido a la discusión sobre la descolonización del pensamiento occidental en Norteamérica, desde la interpretación del pasado a partir del conocimiento indígena y que contribuye al cambio de la práctica disciplinaria y el cuestionamiento de las epistemologías tradicionales en la arqueología:

“Quiero añadir que en la Arqueología de Norteamérica hay un movimiento sobre la pluralidad filosófica. Estamos dialogando sobre la utilización del conocimiento indígena para interpretar el pasado; es decir, admitir que los indígenas tienen una filosofía de ciencia muy distinta a la que nosotros aprendimos en el occidente. El conocimiento, pensamiento y filosofía de los indígenas es igual de poderosa y válida que las nuestras. Yo he contribuido mucho a este movimiento, no soy el modelo ideal, pero si he hecho un aporte, y lo continuaré haciendo hasta que pueda. A mis estudiantes les enseño y les doy la oportunidad intelectual de abrir sus mentes a este nuevo pluralismo filosófico. Pienso que los indígenas o pueblos originarios deben ser nuestros colaboradores y compañeros en la aventura arqueológica. Para mí la Arqueología no es solo sobre los pueblos del pasado sino también sobre los pueblos del presente.”

Elaborado por: Valentina Martínez, Ibis Mery y Fernando Flores