Uno de los mayores retos para las mujeres que hemos decidido ser arqueólogas constituye la maternidad, especialmente cuando esta llega durante los años de formación estudiantil. Ser madre, en una sociedad patriarcal y heteronormativa como la ecuatoriana, en muchos casos se define bajo las presiones sociales y la falta de recursos seguros para ejercer el derecho sobre nuestros cuerpos. Las dos historias anónimas que compartimos, y con las que abrimos este espacio, se refieren a mujeres quienes se convirtieron en madres en sus tempranos veinte años cuando eran estudiantes de arqueología. Sus testimonios demuestran cómo ellas lograron superar obstáculos y perdurar en una profesión en la que ser mujer, ser madre, ser estudiante representan dificultades dentro del modelo impuesto por la disciplina tradicional, principalmente durante el proceso de profesionalización.
“Yo existo y resisto como arqueóloga y madre”
Desde mi infancia sabía que quería ser arqueóloga, así que hice todo lo que estuvo en mis manos para lograrlo. El camino muchas veces no es…